Elena Carson estaba tranquilamente acostada en la mullida cama del hotel en el que estaba hospedada, pero sus sentimientos no estaban nada bien, repasó todo su día y lo mal que se sentía, todos los hombres de la sala de conferencias la habían mirado con algo parecido al asco.
Sabía que no era bonita, pero hasta ese día se dio cuenta lo fea que era, se negó a llorar por eso, siempre había sido así, sus referencias eran excelentes, pero cuando conocía a sus futuros jefes, cambiaban de opinión.
-Soy una mierda –Masculló para sí misma.
Si tan solo tuviera la exuberante belleza de su amiga Sally o la sonrisa de su prima Gloriet, seguro como el infierno que conseguiría novio, o tan siquiera una pareja ocasional.
Pero no, aquí estaba ella lamentándose por todo en su vida, en una grandísima cama que bien podría ser utilizada para otra cosa mucho más intensa y excitante.
¡Por el amor de dios! Tenía veintisiete años y aun era virgen, ¿Qué demonios le pasaba? ¿Realmente era tan repulsiva?
Trató de tranquilizarse un poco, dentro de dos días regresaría a la seguridad de su casa. A la seguridad de la rutina y a la seguridad de sus amigos.
No pudo hacerlo así que decidió darse un baño en la lujosa bañera que había en el gigantesco cuarto de baño.
-Quisiera tener uno de estos en mi casa… -
Ajustó el agua a una buena temperatura, tomó el aceite de lavanda y lo espació por el agua.
Al meterse en la bañera sintió todos sus músculos ceder, no sabía que tan estrazada había estado. Sobre todo cuando descubrieron que ella era la gerente general de Firbuks Company, todos los hombres ahí esperaban a una mujer rubia de piernas largas, pero en su lugar encontraron a una mujer “rubia” con raíces castañas, de estatura baja y un poquito pasada de peso. Pero ahí no acaba esto, unos cuantos la felicitaron por su trabajo en la empresa, pero cuando se marchaba alcanzaba a escuchar comentarios despectivos hacia su manera de ser y su aspecto físico.
Eso ciertamente la había herido en lo más profundo. Pero desde hace años había aprendido a enmascarar esos sentimientos negativos y mostrar fría cordialidad.
Cada vez que ocurría eso, Elena se sentía fatal. Sobre todo al no tener a su madre cerca, desde que su madre se había mudado a Florida con su padre para poder tener un buen retiro, Elena se sentía muy sola, si bien llamaba por teléfono cada tercer día, no era lo mismo que cuando vivían a tan solo diez minutos de distancia.
Y estando en una gran ciudad como lo era Nueva York, tan lejos de todo se entorno, le era mucho más difícil no sentirse sola.
Dio un pequeño suspiro. Tenía unos largos días por delante, pero se dijo a si misma que tenía que aguantarlo y afrontarlo como viniera.
Se estaba quedando dormida en la bañera, por lo que decidió salir y meterse en la cama.
Era una noche hermosa afuera, una noche para salir a pasear o salir de fiesta, pero para Elena nada de eso era posible.
Su corazón estaba apenado, pero no podía dejar que los demás lo vieran.
Se acostó y para no esperar a que llegara el sueño sola, llamó por teléfono a su mejor amiga Sally que estaba a muchos kilómetros de distancia en Albuquerque.
ES LO UNICO QUE TENGO, PERO LES JURO QUE SUBIRE LO DEMAS DE ESTE PRIMER CAPITULO!
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Hace 3 meses
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