sábado, octubre 30, 2010

Anita Blake - The Harlequin (ADELANTO)

Capitulo 1


Malcolm, el líder de la Iglesia de la Vida Eterna, la iglesia de los vampiros, se sentaba frente a mí. Malcolm nunca había estado en mi oficina. De hecho, la última vez que lo había visto, me había acusado de utilizar magia negra y de ser una puta. También había matado a uno de sus miembros en terrenos de su iglesia, delante de él y del resto de su congregación. El vampiro muerto había sido un asesino en serie. Yo tenía una orden judicial de ejecución, pero aún así, esto no había hecho que Malcolm y yo nos hiciéramos amigos.



Me senté detrás de mi escritorio, tomando café en mi nueva taza con temas Navideños: una niña sentada en el regazo de Santa diciendo: Define bien. He trabajado muy duro cada año para encontrar la taza más ofensiva de modo que Bert, nuestro director empresarial, pudiera lanzarla en un ataque de ira. La taza de este año era muy doméstica para mis estándares normales. Esto se había convertido en una tradición de vacaciones. Por lo menos estaba vestida para la temporada con una falda roja y una chaqueta sobre un suéter de seda fina, muy festivo, para mí. Tenía un arma nueva en la pistolera de mi hombro. Un amigo mío finalmente me convenció para renunciar a mi Browning Hi-Power para algo que se ajustara mejor a mi mano ya que tenía un perfil más liso. La Hi-Power estaba en casa en la caja fuerte, y la Browning se encontraba en su funda. Me sentía como si tuviera juguetes nuevos, pero por lo menos para mí, todavía seguía siendo una niña que prefería la Browning.



Alguna vez, había creído que Malcolm era guapo, pero había sido cuando sus trucos vampiros se encontraban ejerciendo control sobre mí. Sin engaños de vampiros que nublaran mi percepción, me di cuenta de que su estructura ósea era demasiado áspera, casi como si no hubieran llegado a ser suavizadas antes de poner esa piel pálida sobre él. Su pelo era corto y lo tenía un poco rizado, porque para cortar el rizo antes tendría que afeitarse. Su pelo era de un color amarillo, canario brillante. Así es el pelo rubio si lo tienes a la sombra unos pocos cientos de años. Me miró con sus ojos azules y sonrió, la sonrisa llenó su cara con personalidad. Esa misma personalidad que hizo que su programa de televisión de ayer por la mañana tuviera tanto éxito. No era magia, era él. Carisma, por falta de una palabra mejor. No había fuerza en Malcolm que tuviera nada que ver con los poderes de vampiro y todo que ver con quién era, no con lo que era. Había sido un líder y un motor como hombre incluso si hubiera estado vivo. La sonrisa suavizó sus facciones, le llenó la cara con un celo que era a la vez convincente y aterrador. Era un verdadero creyente, la cabeza de la iglesia de los verdaderos creyentes. La idea de una iglesia vampiro todavía me ponía los pelos de punta, pero era la denominación más rápida de crecimiento en el país.



- Me sorprendió ver su nombre en mi libro de citas, Malcolm, - dije, finalmente.



- Lo entiendo, Sra. Blake. Estoy casi tan sorprendido de estar aquí como usted.



- Muy bien, los dos estamos sorprendidos ¿Por qué está aquí?



- Sospecho que tiene, o tendrá pronto, una orden de ejecución para uno de los miembros de mi iglesia.



Me las arreglé para mantener mi rostro en blanco, pero sentí la rigidez en mis hombros. Había visto mi reacción, y él sabía lo que significaba. Los Maestros vampiros no se pierden mucho. – Tiene muchos miembros, Malcolm. ¿Podría reducir la lista un poco? ¿De quién estamos hablando?



- No sea tímida, Sra. Blake.



- No estoy siendo tímida.



- Está tratando de dar a entender que tiene más de una orden para mis vampiros. No lo creo, y usted tampoco.



Debería haberme sentido insultada, porque no estaba mintiendo. Dos de sus vampiros habían sido muy malos. - Si sus vampiros hubieran hecho el juramente de sangre plenamente a usted, sabría que le estoy diciendo la verdad, ya que es capaz de hacer cumplir su código moral en formas completamente nuevas.



- Un juramento de sangre no es un control de garantía absoluta, Sra. Blake.



- No, pero es un comienzo.



Un juramento de sangre era lo que un vampiro toma cuando se une a un grupo nuevo de vampiros, un nuevo beso. Literalmente lleva la sangre del maestro de la ciudad. Quería decir que el maestro tenía mucho más control sobre él, y los vampiros de menor poder, también. Si su amo era lo bastante poderoso. Un maestro débil no sería de mucha ayuda, pero Jean-Claude, el Maestro de la ciudad de St. Louis y mi amante, no era débil. Por supuesto, el maestro ganaba poder del juramento, también. Cuanto más poder ganaba un vampiro de sus juramentos, más ganaban ellos. Al igual que los poderes de vampiro para muchos, era una calle de doble sentido.



- No quiero hacer cumplir mi código moral. Quiero que mi gente elija ser buenas personas, - dijo Malcolm.



- Hasta que su congregación haga un juramento de sangre a algún maestro vampiro, serán balas perdidas, Malcolm. Tiene que controlarlos por la fuerza, no por la personalidad y la moral. Los vampiros sólo comprenden el temor, y el poder.



- Es la amante de por lo menos dos vampiros, Sra. Blake. ¿Cómo puede decir eso?



Me encogí de hombros. - Tal vez porque estoy saliendo con dos vampiros.



- Si eso es lo que le han enseñado al siervo humano de Jean-Claude, Sra. Blake, entonces es algo triste lo que le ha enseñado.



- Él es el Maestro de la ciudad de St. Louis, Malcolm, no usted. Usted y su iglesia, no sois molestados debido a su tolerancia.



- No somos molestados debido a que la Iglesia creció poderosa en el marco previo del Maestro de la Ciudad, en el momento, en que Jean-Claude subió al poder, ya había centenares. Él no tenía el poder para traerme a mí ni a las personas que me seguían.



Tomé un sorbo de café mientras pensaba en mi siguiente respuesta, porque no podía discutir con él. Él probablemente tenía razón. - Independientemente de cómo llegamos a donde estamos, Malcolm, tiene varios cientos de vampiros en esta ciudad. Jean-Claude pensó que los tiene porque estaban unidos por el juramento de sangre. Pero nos enteramos en octubre de que no lo están. Lo qué significa que los vampiros con los que está separándose tienen un espantoso potencial de poder. Estoy bien con eso, supongo. Es su elección, si ellos comprenden que es una elección, pero si no hay juramento de sangre significa que no se encuentran místicamente atados a nadie, solo al vampiro que los hizo. Usted, digo, hace el acto la mayoría de las veces. Aunque los diáconos de la iglesia le reclutan a veces.



- Cómo se organiza nuestra iglesia no es su preocupación.



- Sí, - dije, - si lo es.



- ¿De verdad sirve a Jean-Claude ahora, cuando dice eso, o es un marshal federal quién me critica? - Entrecerró los ojos azules. - No creo que el gobierno federal sepa o entienda lo suficiente de vampiros como para preocuparse de si tengo juramento de sangre con mi gente.



- El juramento de sangre reduce la posibilidad de hacer cosas a espaldas del maestro vampiro.



- El juramento de sangre elimina su libre albedrío, Sra. Blake.



- Tal vez, pero he visto el daño que pueden hacer con su libre albedrío. Un buen maestro de la ciudad puede garantizar que no hay casi ningún crimen entre su gente.



- Ellos son sus esclavos, - dijo Malcolm.



Me encogí de hombros y se recosté en la silla. - ¿Está aquí para hablar de la orden, o para hablar de las opciones que Jean-Claude dio a su iglesia?



- Ambas.



- Jean-Claude le dio a usted y a los miembros de su iglesia, sus opciones, Malcolm. O haces que hagan el juramento de sangre, o lo hace Jean-Claude. O pueden trasladarse a otra ciudad para hacer el juramento de sangre allí, pero se tiene que hacer.



- Es una elección de deberían hacer aquellos que serían esclavos, Sra. Blake. No es una opción.



- Jean-Claude fue generoso, Malcolm. Por la ley vampiro podría haberle matado a usted y a su congregación.



- Y ¿qué haría la ley, qué haría usted, como una marshal federal, haber sentido semejante masacre?



- ¿Está diciendo que soy una marshal federal que limita las opciones de Jean-Claude?



- Él valora tu amor, Anita, y tú no amarías a un hombre que podría masacrar a mis seguidores.



- No te añades a esa lista, ¿por qué?



- Eres un verdugo legal de vampiros, Anita. Si rompo la ley humana, tú misma deberías matarme. No culparías a Jean-Claude por hacer lo mismo si rompo la ley vampírica.



- ¿Crees que solo le dejaría que te matara?



- Creo que me matarías por él, si lo sintieras justificado.



Una pequeña parte de mí quería discutir, pero tenía razón. Había sido autorizada como la mayoría de los ejecutores de vampiros que tenían dos o más años en el trabajo y podría pasar la prueba de armas de fuego. La idea era, que lo que nos convierte en marshals federales era la forma más rápida que nos concedía la capacidad de cruzar las fronteras estatales y un mayor control sobre nosotros. Cruzar las fronteras estatales y tener una tarjeta de identificación era genial; no estaba segura de cómo controlar a los nuestros. Por supuesto, era la única cazadora de vampiros que también estaba saliendo con un Maestro de la Ciudad. La mayoría lo veía como un conflicto de intereses. Francamente, así lo hacía yo, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto.



- No vas a discutir conmigo, - dijo Malcolm. - No puedo decidir si crees que soy una influencia civilizadora sobre Jean-Claude, o una mala. Te vi una vez como su víctima, Anita. Ahora ya no estoy seguro de quien es la víctima, y quién el perpetrador.



- ¿Debo sentirme ofendida?



Él sólo me miró.



- La última vez que estuve en tu iglesia me llamaste “el mal”, y me acusaste de utilizar magia negra. Llamaste a Jean-Claude inmoral, y a mí su puta, o algo así.



- Estabas intentando llevarte a uno de mi gente para ser asesinado sin un juicio. Le disparaste a muerte en el recinto de la iglesia.



- Era un asesino en serie. Tenía una orden de ejecución para todos los involucrados en esos crímenes.



- Todos los vampiros, querrás decir.



- ¿Estás suponiendo que esos seres humanos o cambiaformas estaban involucrados?



- No, pero si lo hubieran estado, nunca hubieras permitido que les dispararan a muerte con la policía ayudándote para hacerlo.



- He tenido órdenes para cambiaformas antes.



- Pero eso es raro, Anita, y no hay órdenes de ejecución para los seres humanos.



- La pena de muerte todavía existe, Malcolm.



- Después de un juicio, y años de apelaciones, si eres humano.



- ¿Qué quieres de mí, Malcolm?



- Quiero justicia.



- La ley no es justicia, Malcolm. Se trata de la ley.



- Ella no cometió el delito del que se le acusa, como nuestro errante hermano Avery Seabrook era inocente del crimen por el que le buscabas. - Él llamaba a cualquiera de su grupo religioso que se unía a Jean-Claude “trotamundos”. El hecho es que Avery, el vampiro, tenía un apellido que significaba que llevaba muy poco tiempo muerto, y que era un vampiro americano. Los vampiros normalmente sólo tenían un nombre, como Madonna o Cher, y sólo un uno por ciento de los vampiros del país podían tener ese nombre. En los duelos se disputaban por el derecho a utilizar los nombres. Hasta ahora, hasta en los Estados Unidos. Teníamos vampiros con apellidos, algo inaudito.



- Liquidé a Avery. Legalmente, no tenía que hacerlo.



- No, podías haberle matado a tiros, te enteraste de tu error más tarde, y no sufriste nada bajo la ley.



- Yo no escribí esta ley, Malcolm, solo la llevo a cabo.



- Los vampiros tampoco escribieron esta ley, Anita.



- Eso es cierto, pero ningún ser humano puede hipnotizar a otro ser humano para que le ayude en sus propios secuestros. Los seres humanos no pueden volar con sus víctimas en los brazos.



- ¿Y eso justifica nuestro sacrificio?



Me encogí de hombros de nuevo. Iba a dejar esta discusión solo porque había comenzado a no gustarme esa parte de mi trabajo. No pensaba que los vampiros fueran monstruos ya; lo cual hizo que para mí fuera más difícil matarles. Eso hacía ejecutarles cuando no podían defenderse de los monstruos, conmigo como el monstruo.



- ¿Qué quieres que haga, Malcolm? Tengo una orden con el nombre de Sally Hunter. Los testigos la vieron salir del apartamento de Bev Leveto. La Sra. Leveto murió por un ataque de vampiro. Sé que no fue ninguno de los vampiros de Jean-Claude. Eso deja a los tuyos. - Infiernos, tenía la fotografía de su permiso de conducir en el archivo con la orden. Tengo que admitir que tener una imagen para llevar me hizo sentir más como un asesino. Una foto para obtener el derecho.



- ¿Estás muy segura de eso?



Parpadeé hacia él, el parpadeo lento me dio tiempo para pensar, pero no parece que estaba pensando furiosamente. - ¿Qué estás tratando de decir, Malcolm? No soy buena en las sutilezas; sólo dime lo que viniste a decir.



-Algo poderoso, alguien poderoso, vino a mi iglesia la semana pasada. Ellos se escondieron. No podía encontrarles en los nuevos rostros de mi congregación, pero sé que alguien inmensamente poderoso estaba allí. - Se inclinó hacia delante, su calma exterior tenía grietas en los bordes. - ¿Entiendes lo poderosos que tendrían que ser para que no los hubiera sentido, utilizar todos mis poderes para buscar en el lugar, y no ser capaz de encontrarles?



Pensé en ello. Malcolm no era el Maestro de la ciudad, pero era probablemente uno de los cinco vampiros más poderosos de la ciudad. Estaría más alto, si no fuera tan terriblemente moral. Eso le limitaba de alguna manera.



Lamí mis labios, cuidadosamente por el pintalabios, asentí. - ¿Querían que supieras que estaban allí, o era parte de un accidente?



Él actualmente se mostró sorprendido durante un momento antes de que tuviera el control de su rostro. Jugaba demasiado al humano con los medios de comunicación; estaba empezando a perder esa quietud que los viejos vampiros tienen. – No lo sé. - Incluso su voz ya no era suave.



- ¿El vampiro lo hizo para burlarse de ti, o era arrogancia?



Él negó con la cabeza. - No lo sé.



Tuve un momento de revelación. - Viniste aquí porque crees que Jean-Claude debe saberlo, pero no puedes dejar que tu congregación te vea ir con el Maestro de la Ciudad. Eso supondría una debilidad para toda tu libertad.



Él se quedó en su silla, luchando por mantener la ira fuera de su rostro, y fallando. Estaba más asustado de lo que pensaba, estar perdido tan desesperadamente delante de alguien, no le gustaba. Infiernos, el había venido a mí para pedir ayuda. Estaba desesperado.



- Pero puedes venir a mí como un agente federal, y contármelo. Porque sabes que se lo diré a Jean-Claude.



- Creo que te gusta, Sra. Blake.



Nosotros no éramos el primer nombre en su lista. Lo había golpeado en la cabeza.



- Un vampiro grande y malo comprueba tu iglesia. Tú no eres un vampiro lo suficientemente fuerte para hacerle salir, y vienes a mí, a Jean-Claude y a toda su estructura de poder inmoral. Vienes a la gente a la cual dices odiar.



Se puso de pie. - El crimen por el que Sally es acusada pasó al menos veinticuatro horas después de que él, llegara a mi iglesia. No creo que sea una coincidencia.



- No estoy mintiendo sobre la segunda orden de ejecución, Malcolm. Está en el cajón de mi escritorio, ahora mismo, con la foto de un permiso de conducir del vampiro en cuestión.



Él se sentó de nuevo. - ¿Qué nombre está en él?



- ¿Por qué, para que puedas avisar... les? - Yo casi dije la, que era otro vampiro femenino.



- Mi gente no es perfecta, Sra. Blake, pero creo que otro vampiro ha llegado a la ciudad y se está enmascarando.



- ¿Por qué? ¿Por qué haría alguien eso?



- No lo sé.



- Nadie ha molestado a Jean-Claude o a su gente.



- Lo sé, - dijo Malcolm.



- Sin un verdadero maestro, un verdadero juramento de sangre, al cual esté conectado místicamente, tu congregación son solo ovejas esperando a que los lobos vallan a por ellos.



- Jean-Claude dijo eso hace más de un mes.



- Sí, lo hizo.



- Al principio pensé que era uno de los nuevos vampiros que se unieron a Jean-Claude. Uno de los que venían de Europa, pero no lo es. Es algo más poderoso que eso. Orit es un grupo de vampiros combinando sus poderes a través de las marcas de su amo. Solo he sentido un poder como este antes.



- ¿Cuándo? - Pregunté.



Él negó con la cabeza. - Nos tienen prohibido hablar de eso, es pena de muerte. Sólo si ellos contactan con nosotros directamente podemos romper el silencio.



- Parece que ya has sido contactado, - dije.



Sacudió la cabeza otra vez. – Están intentando forzarme a mí, y a mi gente, porque técnicamente estoy fuera de la habitual ley de los vampiros. ¿Informó Jean-Claude al consejo de que mi iglesia que tenía juramento de sangre con ninguno de mis seguidores?



Asentí. - Sí, lo hizo.



El puso sus grandes manos sobre su cara y se inclinó sobre sus rodillas, casi

como si se sintiera débil, susurró, - Me lo temía.



- Vale, Malcolm, te estás moviendo demasiado rápido para mí. ¿Qué tiene que ver que Jean-Claude informara al Consejo con que algún grupo de poderosos vampiros esté jugando con tu iglesia?



Él me miró, pero sus ojos se habían apagado por la preocupación. - Dile lo que te he dicho. Él lo entenderá.



- Pero yo no.



- Tengo hasta el día de Año nuevo para dar mi respuesta a Jean-Claude sobre el juramento de sangre. Él ha sido generoso y paciente, pero hay personas entre el consejo que no son así. Había esperado que estuvieran orgullosos, por lo que había logrado. Pensé que les complacería, pero me temo que ahora el Consejo no está dispuesto a ver mi valiente nuevo mundo de libre albedrío.



- El libre albedrío es para los seres humanos, Malcolm. En la comunidad sobrenatural se trata del control.



Se puso de pie otra vez. - Tienes que tener completa discreción sobre cómo se ejecuta la orden, Anita. ¿Vas a utilizar un margen de apreciación para encontrar la verdad antes de matar a mis seguidores?



Me puse de pie. - No puedo garantizar nada.



-No pregunté eso. Sólo te pido que busques la verdad antes de que sea demasiado tarde para Sally y mi otro seguidor, cuyo nombre ni siquiera me vas a dar. - Suspiró. - No he enviado a Sally fuera de la ciudad; ¿por qué avisaría a los otros?



- Entraste por la puerta sabiendo que Sally estaba en problemas. No te estoy ayudando a descubrir al otro chico malo.



- ¿Se trata de un hombre, entonces?



Le miré, me alegraba que pudiera perder el contacto visual. Siempre había sido muy difícil devolver el contacto visual cuando no podía mirar a un vampiro a los ojos.



Enderezó sus hombros, como si sólo ahora fuera consciente de que había bajado la mirada. - Ni siquiera me darás eso, ¿verdad? Por favor dile a Jean-Claude lo que te he dicho. Debería haber venido a ti inmediatamente. Pensé que la moral me evitaría recorrer la estructura de poder que desprecio, pero no era la moral, era el pecado, el pecado. Espero que mi orgullo no le haya costado la vida a más de mis seguidores. - Se dirigió hacia la puerta.



Le llamé. - Malcolm.



Se dio la vuelta.



- ¿Cómo de grande es esta situación de emergencia?



- Grande.



- ¿Un par de horas harán una diferencia?



Pensó en ello. - Tal vez, ¿por qué me lo preguntas?



- No veré a Jean-Claude esta noche. Sólo quería saber si debería llamarle, darle el aviso.



- Sí, por supuesto, dale su aviso. - Me frunció el ceño. - ¿Por qué no ves a tu maestro esta noche, Anita? ¿No vives con él?



- En realidad, no. Me quedo en su casa la mitad de la semana, pero tengo mi propia casa todavía.



- ¿Matarás esta noche a más de mis chicos?



Sacudí mi cabeza.



- Entonces, levantarás a mis hermanos más fríos. ¿Que feliz muerto molestarás esta noche, Anita? ¿Qué zombi levantarás para que algún humano pueda conseguir su herencia, o una mujer puede consolar?



- Sin zombis esta noche, - dije. Estaba perpleja por su actitud debido a que había insultado a los zombis. Nunca había escuchado a un vampiro reclamar algún parentesco con los zombis, o ghouls, ni nada excepto con otros vampiros.



- Entonces, ¿qué te evita estar en los brazos de tu señor?



- Tengo una cita, no es de tu incumbencia.



- ¿Pero no es una cita con Jean-Claude, o Asher?



Sacudí mi cabeza.



- Con tu hombre lobo Richard, ¿entonces?



Sacudí mi cabeza, una vez más.



- ¿Por quién abandonas a los tres, Anita? Ah, tu rey leopardo, Micah.



- Te equivocas de nuevo.



- Me sorprende que esté contestando a mis preguntas.



- Así soy, en realidad. Creo que es porque sigues llamándome puta, y creo que quiero restregártelo por la cara.



- ¿Qué, el hecho de que es una puta? - Su rostro no mostró nada cuando lo dijo.



- Sabía que no podías hacerlo, - dije.



- ¿Hacer qué, Sra. Blake?



- Sabía que no podrías jugar limpio el tiempo suficiente para obtener mi ayuda. Sabía que si te seguía, serías estirado y mezquino. – Hizo una pequeña reverencia, solo desde el cuello.



- Le dije, Sra. Blake, que mi pecado es el orgullo.



- ¿Y cuál es mi pecado, Malcolm?



- ¿Quiere que la insulte, Sra. Blake?



- Sólo quiero que me lo digas.



- ¿Por qué?



- ¿Por qué no? - Dije.



- Muy bien; su pecado es la lujuria, Sra. Blake, como es el pecado de tu maestro y de todos sus vampiros.



Negué con la cabeza y sentí que la sonrisa desagradable se formaba en mis labios. La sonrisa que dejaba frío a mis ojos, y por lo general significaba que estaba bien y verdaderamente cabreada. - Ese no es mi pecado, Malcolm, no el más cercano y más querido a mi corazón.



- Y ¿cuál sería su pecado, Sra. Blake?



- Ira, Malcolm, es la ira.



- ¿Está diciendo que le he hecho enfadar?



- Siempre estoy enfadada, Malcolm, solo me dio un objetivo para enfocarlo.



- ¿Tiene envidia de alguien, Sra. Blake?



Pensé en ello, entonces sacudí mi cabeza. - En realidad no, no.



- No preguntaré por la pereza; su trabajo es demasiado duro para que eso sea un problema, no es codiciosa, ni glotona. ¿Es orgullosa?



- A veces, - respondí.



- La ira, la lujuria y el orgullo, ¿entonces?



Asentí. - Creo que sí, si alguien está llevando la cuenta.



- Oh, alguien está llevando la cuenta, Sra. Blake, nunca dude de eso.



- Soy cristiana, también, Malcolm.



- ¿Se preocupa por cómo entrar en el cielo, Sra. Blake?



Fue una pregunta tan extraña que respondí. - Sí, durante un momento, pero todavía tengo mi fe, mis rezos y aún brilla mi cruz, todavía tengo el poder para perseguir a las cosas malas, Dios aún no me ha abandonado; es solo que todos los cristianos fundamentalistas de derecha quieren creer que él lo hace. He visto el mal, Malcolm, el mal real, y no eres así.



Él sonrió, y fue gentil, y casi avergonzado. - ¿He venido a usted por la absolución, Sra. Blake?



- No creo que sea la única que te pueda dar la absolución.



- Me gustaría un sacerdote para escuchar mis pecados antes de morir, Sra. Blake, pero ninguno se acercará a mí. Ellos son santos, y los otros atavíos que utilicen estallaran en llamas ante mi presencia.



- No es cierto. Los elementos sagrados sólo se incendian cuando el creyente entra en pánico, o si se intenta usar los poderes de vampiro sobre ellos.



Él me parpadeó, y me di cuenta de que sus ojos tenían lágrimas derramadas, las luces del techo provocarían eso. - ¿Es eso cierto, Sra. Blake?



-Prometo lo que es. - Su actitud me estaba empezando a crear miedo por él. No quería tener miedo por Malcolm. Ya había bastante gente en mi vida que me importaba lo suficiente como para preocuparme, y no quería añadir a los no-muertos Billy Graham a mi lista.



- ¿Conoces algún sacerdote que pueda estar dispuesto a escuchar una confesión muy larga?



- Puede ser, aunque no sé si se les permite darte la absolución, ya que técnicamente ante los ojos de la iglesia ya estás muerto. Tengo vínculos con una comunidad de religiosos, Malcolm; seguramente uno de los otros dirigentes estaría dispuesto.



- No quiero pedírselo, Anita. No quiero que sepan mis pecados. Más bien... - Dudó, luego habló, pero estaba bastante segura de que no era la frase que empezó a utilizar. - En silencio, prefiero que se haga en silencio.



- ¿Por qué la súbita necesidad de la confesión y la absolución?



- Todavía soy un creyente, Sra. Blake; ser un vampiro no ha cambiado eso. Deseo morir con mis pecados absueltos.



-¿Por qué esperas morir?



- Dígale a Jean-Claude lo que he dicho sobre el extraño o extraños en mi iglesia. Dígale mi deseo de un sacerdote para escuchar mi confesión. Él lo entenderá.



- Malcolm...



Él siguió caminando, pero se detuvo con la mano en la puerta. - Me retracto de lo que le he dicho, Sra. Blake, no lamento haber venido. Lo único que lamento es que no vine hace unos días. - Con esto salió y cerró la puerta suavemente detrás de él.



Me senté en mi escritorio y llamé a Jean-Claude. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero algo estaba pasando, algo grande. Algo malo.

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Dimitri a Rose

¡He renunciado a ti. El amor se desvanece, el mio lo ha hecho!

-Spirit Bound-

sábado, octubre 30, 2010

Anita Blake - The Harlequin (ADELANTO)

Capitulo 1


Malcolm, el líder de la Iglesia de la Vida Eterna, la iglesia de los vampiros, se sentaba frente a mí. Malcolm nunca había estado en mi oficina. De hecho, la última vez que lo había visto, me había acusado de utilizar magia negra y de ser una puta. También había matado a uno de sus miembros en terrenos de su iglesia, delante de él y del resto de su congregación. El vampiro muerto había sido un asesino en serie. Yo tenía una orden judicial de ejecución, pero aún así, esto no había hecho que Malcolm y yo nos hiciéramos amigos.



Me senté detrás de mi escritorio, tomando café en mi nueva taza con temas Navideños: una niña sentada en el regazo de Santa diciendo: Define bien. He trabajado muy duro cada año para encontrar la taza más ofensiva de modo que Bert, nuestro director empresarial, pudiera lanzarla en un ataque de ira. La taza de este año era muy doméstica para mis estándares normales. Esto se había convertido en una tradición de vacaciones. Por lo menos estaba vestida para la temporada con una falda roja y una chaqueta sobre un suéter de seda fina, muy festivo, para mí. Tenía un arma nueva en la pistolera de mi hombro. Un amigo mío finalmente me convenció para renunciar a mi Browning Hi-Power para algo que se ajustara mejor a mi mano ya que tenía un perfil más liso. La Hi-Power estaba en casa en la caja fuerte, y la Browning se encontraba en su funda. Me sentía como si tuviera juguetes nuevos, pero por lo menos para mí, todavía seguía siendo una niña que prefería la Browning.



Alguna vez, había creído que Malcolm era guapo, pero había sido cuando sus trucos vampiros se encontraban ejerciendo control sobre mí. Sin engaños de vampiros que nublaran mi percepción, me di cuenta de que su estructura ósea era demasiado áspera, casi como si no hubieran llegado a ser suavizadas antes de poner esa piel pálida sobre él. Su pelo era corto y lo tenía un poco rizado, porque para cortar el rizo antes tendría que afeitarse. Su pelo era de un color amarillo, canario brillante. Así es el pelo rubio si lo tienes a la sombra unos pocos cientos de años. Me miró con sus ojos azules y sonrió, la sonrisa llenó su cara con personalidad. Esa misma personalidad que hizo que su programa de televisión de ayer por la mañana tuviera tanto éxito. No era magia, era él. Carisma, por falta de una palabra mejor. No había fuerza en Malcolm que tuviera nada que ver con los poderes de vampiro y todo que ver con quién era, no con lo que era. Había sido un líder y un motor como hombre incluso si hubiera estado vivo. La sonrisa suavizó sus facciones, le llenó la cara con un celo que era a la vez convincente y aterrador. Era un verdadero creyente, la cabeza de la iglesia de los verdaderos creyentes. La idea de una iglesia vampiro todavía me ponía los pelos de punta, pero era la denominación más rápida de crecimiento en el país.



- Me sorprendió ver su nombre en mi libro de citas, Malcolm, - dije, finalmente.



- Lo entiendo, Sra. Blake. Estoy casi tan sorprendido de estar aquí como usted.



- Muy bien, los dos estamos sorprendidos ¿Por qué está aquí?



- Sospecho que tiene, o tendrá pronto, una orden de ejecución para uno de los miembros de mi iglesia.



Me las arreglé para mantener mi rostro en blanco, pero sentí la rigidez en mis hombros. Había visto mi reacción, y él sabía lo que significaba. Los Maestros vampiros no se pierden mucho. – Tiene muchos miembros, Malcolm. ¿Podría reducir la lista un poco? ¿De quién estamos hablando?



- No sea tímida, Sra. Blake.



- No estoy siendo tímida.



- Está tratando de dar a entender que tiene más de una orden para mis vampiros. No lo creo, y usted tampoco.



Debería haberme sentido insultada, porque no estaba mintiendo. Dos de sus vampiros habían sido muy malos. - Si sus vampiros hubieran hecho el juramente de sangre plenamente a usted, sabría que le estoy diciendo la verdad, ya que es capaz de hacer cumplir su código moral en formas completamente nuevas.



- Un juramento de sangre no es un control de garantía absoluta, Sra. Blake.



- No, pero es un comienzo.



Un juramento de sangre era lo que un vampiro toma cuando se une a un grupo nuevo de vampiros, un nuevo beso. Literalmente lleva la sangre del maestro de la ciudad. Quería decir que el maestro tenía mucho más control sobre él, y los vampiros de menor poder, también. Si su amo era lo bastante poderoso. Un maestro débil no sería de mucha ayuda, pero Jean-Claude, el Maestro de la ciudad de St. Louis y mi amante, no era débil. Por supuesto, el maestro ganaba poder del juramento, también. Cuanto más poder ganaba un vampiro de sus juramentos, más ganaban ellos. Al igual que los poderes de vampiro para muchos, era una calle de doble sentido.



- No quiero hacer cumplir mi código moral. Quiero que mi gente elija ser buenas personas, - dijo Malcolm.



- Hasta que su congregación haga un juramento de sangre a algún maestro vampiro, serán balas perdidas, Malcolm. Tiene que controlarlos por la fuerza, no por la personalidad y la moral. Los vampiros sólo comprenden el temor, y el poder.



- Es la amante de por lo menos dos vampiros, Sra. Blake. ¿Cómo puede decir eso?



Me encogí de hombros. - Tal vez porque estoy saliendo con dos vampiros.



- Si eso es lo que le han enseñado al siervo humano de Jean-Claude, Sra. Blake, entonces es algo triste lo que le ha enseñado.



- Él es el Maestro de la ciudad de St. Louis, Malcolm, no usted. Usted y su iglesia, no sois molestados debido a su tolerancia.



- No somos molestados debido a que la Iglesia creció poderosa en el marco previo del Maestro de la Ciudad, en el momento, en que Jean-Claude subió al poder, ya había centenares. Él no tenía el poder para traerme a mí ni a las personas que me seguían.



Tomé un sorbo de café mientras pensaba en mi siguiente respuesta, porque no podía discutir con él. Él probablemente tenía razón. - Independientemente de cómo llegamos a donde estamos, Malcolm, tiene varios cientos de vampiros en esta ciudad. Jean-Claude pensó que los tiene porque estaban unidos por el juramento de sangre. Pero nos enteramos en octubre de que no lo están. Lo qué significa que los vampiros con los que está separándose tienen un espantoso potencial de poder. Estoy bien con eso, supongo. Es su elección, si ellos comprenden que es una elección, pero si no hay juramento de sangre significa que no se encuentran místicamente atados a nadie, solo al vampiro que los hizo. Usted, digo, hace el acto la mayoría de las veces. Aunque los diáconos de la iglesia le reclutan a veces.



- Cómo se organiza nuestra iglesia no es su preocupación.



- Sí, - dije, - si lo es.



- ¿De verdad sirve a Jean-Claude ahora, cuando dice eso, o es un marshal federal quién me critica? - Entrecerró los ojos azules. - No creo que el gobierno federal sepa o entienda lo suficiente de vampiros como para preocuparse de si tengo juramento de sangre con mi gente.



- El juramento de sangre reduce la posibilidad de hacer cosas a espaldas del maestro vampiro.



- El juramento de sangre elimina su libre albedrío, Sra. Blake.



- Tal vez, pero he visto el daño que pueden hacer con su libre albedrío. Un buen maestro de la ciudad puede garantizar que no hay casi ningún crimen entre su gente.



- Ellos son sus esclavos, - dijo Malcolm.



Me encogí de hombros y se recosté en la silla. - ¿Está aquí para hablar de la orden, o para hablar de las opciones que Jean-Claude dio a su iglesia?



- Ambas.



- Jean-Claude le dio a usted y a los miembros de su iglesia, sus opciones, Malcolm. O haces que hagan el juramento de sangre, o lo hace Jean-Claude. O pueden trasladarse a otra ciudad para hacer el juramento de sangre allí, pero se tiene que hacer.



- Es una elección de deberían hacer aquellos que serían esclavos, Sra. Blake. No es una opción.



- Jean-Claude fue generoso, Malcolm. Por la ley vampiro podría haberle matado a usted y a su congregación.



- Y ¿qué haría la ley, qué haría usted, como una marshal federal, haber sentido semejante masacre?



- ¿Está diciendo que soy una marshal federal que limita las opciones de Jean-Claude?



- Él valora tu amor, Anita, y tú no amarías a un hombre que podría masacrar a mis seguidores.



- No te añades a esa lista, ¿por qué?



- Eres un verdugo legal de vampiros, Anita. Si rompo la ley humana, tú misma deberías matarme. No culparías a Jean-Claude por hacer lo mismo si rompo la ley vampírica.



- ¿Crees que solo le dejaría que te matara?



- Creo que me matarías por él, si lo sintieras justificado.



Una pequeña parte de mí quería discutir, pero tenía razón. Había sido autorizada como la mayoría de los ejecutores de vampiros que tenían dos o más años en el trabajo y podría pasar la prueba de armas de fuego. La idea era, que lo que nos convierte en marshals federales era la forma más rápida que nos concedía la capacidad de cruzar las fronteras estatales y un mayor control sobre nosotros. Cruzar las fronteras estatales y tener una tarjeta de identificación era genial; no estaba segura de cómo controlar a los nuestros. Por supuesto, era la única cazadora de vampiros que también estaba saliendo con un Maestro de la Ciudad. La mayoría lo veía como un conflicto de intereses. Francamente, así lo hacía yo, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto.



- No vas a discutir conmigo, - dijo Malcolm. - No puedo decidir si crees que soy una influencia civilizadora sobre Jean-Claude, o una mala. Te vi una vez como su víctima, Anita. Ahora ya no estoy seguro de quien es la víctima, y quién el perpetrador.



- ¿Debo sentirme ofendida?



Él sólo me miró.



- La última vez que estuve en tu iglesia me llamaste “el mal”, y me acusaste de utilizar magia negra. Llamaste a Jean-Claude inmoral, y a mí su puta, o algo así.



- Estabas intentando llevarte a uno de mi gente para ser asesinado sin un juicio. Le disparaste a muerte en el recinto de la iglesia.



- Era un asesino en serie. Tenía una orden de ejecución para todos los involucrados en esos crímenes.



- Todos los vampiros, querrás decir.



- ¿Estás suponiendo que esos seres humanos o cambiaformas estaban involucrados?



- No, pero si lo hubieran estado, nunca hubieras permitido que les dispararan a muerte con la policía ayudándote para hacerlo.



- He tenido órdenes para cambiaformas antes.



- Pero eso es raro, Anita, y no hay órdenes de ejecución para los seres humanos.



- La pena de muerte todavía existe, Malcolm.



- Después de un juicio, y años de apelaciones, si eres humano.



- ¿Qué quieres de mí, Malcolm?



- Quiero justicia.



- La ley no es justicia, Malcolm. Se trata de la ley.



- Ella no cometió el delito del que se le acusa, como nuestro errante hermano Avery Seabrook era inocente del crimen por el que le buscabas. - Él llamaba a cualquiera de su grupo religioso que se unía a Jean-Claude “trotamundos”. El hecho es que Avery, el vampiro, tenía un apellido que significaba que llevaba muy poco tiempo muerto, y que era un vampiro americano. Los vampiros normalmente sólo tenían un nombre, como Madonna o Cher, y sólo un uno por ciento de los vampiros del país podían tener ese nombre. En los duelos se disputaban por el derecho a utilizar los nombres. Hasta ahora, hasta en los Estados Unidos. Teníamos vampiros con apellidos, algo inaudito.



- Liquidé a Avery. Legalmente, no tenía que hacerlo.



- No, podías haberle matado a tiros, te enteraste de tu error más tarde, y no sufriste nada bajo la ley.



- Yo no escribí esta ley, Malcolm, solo la llevo a cabo.



- Los vampiros tampoco escribieron esta ley, Anita.



- Eso es cierto, pero ningún ser humano puede hipnotizar a otro ser humano para que le ayude en sus propios secuestros. Los seres humanos no pueden volar con sus víctimas en los brazos.



- ¿Y eso justifica nuestro sacrificio?



Me encogí de hombros de nuevo. Iba a dejar esta discusión solo porque había comenzado a no gustarme esa parte de mi trabajo. No pensaba que los vampiros fueran monstruos ya; lo cual hizo que para mí fuera más difícil matarles. Eso hacía ejecutarles cuando no podían defenderse de los monstruos, conmigo como el monstruo.



- ¿Qué quieres que haga, Malcolm? Tengo una orden con el nombre de Sally Hunter. Los testigos la vieron salir del apartamento de Bev Leveto. La Sra. Leveto murió por un ataque de vampiro. Sé que no fue ninguno de los vampiros de Jean-Claude. Eso deja a los tuyos. - Infiernos, tenía la fotografía de su permiso de conducir en el archivo con la orden. Tengo que admitir que tener una imagen para llevar me hizo sentir más como un asesino. Una foto para obtener el derecho.



- ¿Estás muy segura de eso?



Parpadeé hacia él, el parpadeo lento me dio tiempo para pensar, pero no parece que estaba pensando furiosamente. - ¿Qué estás tratando de decir, Malcolm? No soy buena en las sutilezas; sólo dime lo que viniste a decir.



-Algo poderoso, alguien poderoso, vino a mi iglesia la semana pasada. Ellos se escondieron. No podía encontrarles en los nuevos rostros de mi congregación, pero sé que alguien inmensamente poderoso estaba allí. - Se inclinó hacia delante, su calma exterior tenía grietas en los bordes. - ¿Entiendes lo poderosos que tendrían que ser para que no los hubiera sentido, utilizar todos mis poderes para buscar en el lugar, y no ser capaz de encontrarles?



Pensé en ello. Malcolm no era el Maestro de la ciudad, pero era probablemente uno de los cinco vampiros más poderosos de la ciudad. Estaría más alto, si no fuera tan terriblemente moral. Eso le limitaba de alguna manera.



Lamí mis labios, cuidadosamente por el pintalabios, asentí. - ¿Querían que supieras que estaban allí, o era parte de un accidente?



Él actualmente se mostró sorprendido durante un momento antes de que tuviera el control de su rostro. Jugaba demasiado al humano con los medios de comunicación; estaba empezando a perder esa quietud que los viejos vampiros tienen. – No lo sé. - Incluso su voz ya no era suave.



- ¿El vampiro lo hizo para burlarse de ti, o era arrogancia?



Él negó con la cabeza. - No lo sé.



Tuve un momento de revelación. - Viniste aquí porque crees que Jean-Claude debe saberlo, pero no puedes dejar que tu congregación te vea ir con el Maestro de la Ciudad. Eso supondría una debilidad para toda tu libertad.



Él se quedó en su silla, luchando por mantener la ira fuera de su rostro, y fallando. Estaba más asustado de lo que pensaba, estar perdido tan desesperadamente delante de alguien, no le gustaba. Infiernos, el había venido a mí para pedir ayuda. Estaba desesperado.



- Pero puedes venir a mí como un agente federal, y contármelo. Porque sabes que se lo diré a Jean-Claude.



- Creo que te gusta, Sra. Blake.



Nosotros no éramos el primer nombre en su lista. Lo había golpeado en la cabeza.



- Un vampiro grande y malo comprueba tu iglesia. Tú no eres un vampiro lo suficientemente fuerte para hacerle salir, y vienes a mí, a Jean-Claude y a toda su estructura de poder inmoral. Vienes a la gente a la cual dices odiar.



Se puso de pie. - El crimen por el que Sally es acusada pasó al menos veinticuatro horas después de que él, llegara a mi iglesia. No creo que sea una coincidencia.



- No estoy mintiendo sobre la segunda orden de ejecución, Malcolm. Está en el cajón de mi escritorio, ahora mismo, con la foto de un permiso de conducir del vampiro en cuestión.



Él se sentó de nuevo. - ¿Qué nombre está en él?



- ¿Por qué, para que puedas avisar... les? - Yo casi dije la, que era otro vampiro femenino.



- Mi gente no es perfecta, Sra. Blake, pero creo que otro vampiro ha llegado a la ciudad y se está enmascarando.



- ¿Por qué? ¿Por qué haría alguien eso?



- No lo sé.



- Nadie ha molestado a Jean-Claude o a su gente.



- Lo sé, - dijo Malcolm.



- Sin un verdadero maestro, un verdadero juramento de sangre, al cual esté conectado místicamente, tu congregación son solo ovejas esperando a que los lobos vallan a por ellos.



- Jean-Claude dijo eso hace más de un mes.



- Sí, lo hizo.



- Al principio pensé que era uno de los nuevos vampiros que se unieron a Jean-Claude. Uno de los que venían de Europa, pero no lo es. Es algo más poderoso que eso. Orit es un grupo de vampiros combinando sus poderes a través de las marcas de su amo. Solo he sentido un poder como este antes.



- ¿Cuándo? - Pregunté.



Él negó con la cabeza. - Nos tienen prohibido hablar de eso, es pena de muerte. Sólo si ellos contactan con nosotros directamente podemos romper el silencio.



- Parece que ya has sido contactado, - dije.



Sacudió la cabeza otra vez. – Están intentando forzarme a mí, y a mi gente, porque técnicamente estoy fuera de la habitual ley de los vampiros. ¿Informó Jean-Claude al consejo de que mi iglesia que tenía juramento de sangre con ninguno de mis seguidores?



Asentí. - Sí, lo hizo.



El puso sus grandes manos sobre su cara y se inclinó sobre sus rodillas, casi

como si se sintiera débil, susurró, - Me lo temía.



- Vale, Malcolm, te estás moviendo demasiado rápido para mí. ¿Qué tiene que ver que Jean-Claude informara al Consejo con que algún grupo de poderosos vampiros esté jugando con tu iglesia?



Él me miró, pero sus ojos se habían apagado por la preocupación. - Dile lo que te he dicho. Él lo entenderá.



- Pero yo no.



- Tengo hasta el día de Año nuevo para dar mi respuesta a Jean-Claude sobre el juramento de sangre. Él ha sido generoso y paciente, pero hay personas entre el consejo que no son así. Había esperado que estuvieran orgullosos, por lo que había logrado. Pensé que les complacería, pero me temo que ahora el Consejo no está dispuesto a ver mi valiente nuevo mundo de libre albedrío.



- El libre albedrío es para los seres humanos, Malcolm. En la comunidad sobrenatural se trata del control.



Se puso de pie otra vez. - Tienes que tener completa discreción sobre cómo se ejecuta la orden, Anita. ¿Vas a utilizar un margen de apreciación para encontrar la verdad antes de matar a mis seguidores?



Me puse de pie. - No puedo garantizar nada.



-No pregunté eso. Sólo te pido que busques la verdad antes de que sea demasiado tarde para Sally y mi otro seguidor, cuyo nombre ni siquiera me vas a dar. - Suspiró. - No he enviado a Sally fuera de la ciudad; ¿por qué avisaría a los otros?



- Entraste por la puerta sabiendo que Sally estaba en problemas. No te estoy ayudando a descubrir al otro chico malo.



- ¿Se trata de un hombre, entonces?



Le miré, me alegraba que pudiera perder el contacto visual. Siempre había sido muy difícil devolver el contacto visual cuando no podía mirar a un vampiro a los ojos.



Enderezó sus hombros, como si sólo ahora fuera consciente de que había bajado la mirada. - Ni siquiera me darás eso, ¿verdad? Por favor dile a Jean-Claude lo que te he dicho. Debería haber venido a ti inmediatamente. Pensé que la moral me evitaría recorrer la estructura de poder que desprecio, pero no era la moral, era el pecado, el pecado. Espero que mi orgullo no le haya costado la vida a más de mis seguidores. - Se dirigió hacia la puerta.



Le llamé. - Malcolm.



Se dio la vuelta.



- ¿Cómo de grande es esta situación de emergencia?



- Grande.



- ¿Un par de horas harán una diferencia?



Pensó en ello. - Tal vez, ¿por qué me lo preguntas?



- No veré a Jean-Claude esta noche. Sólo quería saber si debería llamarle, darle el aviso.



- Sí, por supuesto, dale su aviso. - Me frunció el ceño. - ¿Por qué no ves a tu maestro esta noche, Anita? ¿No vives con él?



- En realidad, no. Me quedo en su casa la mitad de la semana, pero tengo mi propia casa todavía.



- ¿Matarás esta noche a más de mis chicos?



Sacudí mi cabeza.



- Entonces, levantarás a mis hermanos más fríos. ¿Que feliz muerto molestarás esta noche, Anita? ¿Qué zombi levantarás para que algún humano pueda conseguir su herencia, o una mujer puede consolar?



- Sin zombis esta noche, - dije. Estaba perpleja por su actitud debido a que había insultado a los zombis. Nunca había escuchado a un vampiro reclamar algún parentesco con los zombis, o ghouls, ni nada excepto con otros vampiros.



- Entonces, ¿qué te evita estar en los brazos de tu señor?



- Tengo una cita, no es de tu incumbencia.



- ¿Pero no es una cita con Jean-Claude, o Asher?



Sacudí mi cabeza.



- Con tu hombre lobo Richard, ¿entonces?



Sacudí mi cabeza, una vez más.



- ¿Por quién abandonas a los tres, Anita? Ah, tu rey leopardo, Micah.



- Te equivocas de nuevo.



- Me sorprende que esté contestando a mis preguntas.



- Así soy, en realidad. Creo que es porque sigues llamándome puta, y creo que quiero restregártelo por la cara.



- ¿Qué, el hecho de que es una puta? - Su rostro no mostró nada cuando lo dijo.



- Sabía que no podías hacerlo, - dije.



- ¿Hacer qué, Sra. Blake?



- Sabía que no podrías jugar limpio el tiempo suficiente para obtener mi ayuda. Sabía que si te seguía, serías estirado y mezquino. – Hizo una pequeña reverencia, solo desde el cuello.



- Le dije, Sra. Blake, que mi pecado es el orgullo.



- ¿Y cuál es mi pecado, Malcolm?



- ¿Quiere que la insulte, Sra. Blake?



- Sólo quiero que me lo digas.



- ¿Por qué?



- ¿Por qué no? - Dije.



- Muy bien; su pecado es la lujuria, Sra. Blake, como es el pecado de tu maestro y de todos sus vampiros.



Negué con la cabeza y sentí que la sonrisa desagradable se formaba en mis labios. La sonrisa que dejaba frío a mis ojos, y por lo general significaba que estaba bien y verdaderamente cabreada. - Ese no es mi pecado, Malcolm, no el más cercano y más querido a mi corazón.



- Y ¿cuál sería su pecado, Sra. Blake?



- Ira, Malcolm, es la ira.



- ¿Está diciendo que le he hecho enfadar?



- Siempre estoy enfadada, Malcolm, solo me dio un objetivo para enfocarlo.



- ¿Tiene envidia de alguien, Sra. Blake?



Pensé en ello, entonces sacudí mi cabeza. - En realidad no, no.



- No preguntaré por la pereza; su trabajo es demasiado duro para que eso sea un problema, no es codiciosa, ni glotona. ¿Es orgullosa?



- A veces, - respondí.



- La ira, la lujuria y el orgullo, ¿entonces?



Asentí. - Creo que sí, si alguien está llevando la cuenta.



- Oh, alguien está llevando la cuenta, Sra. Blake, nunca dude de eso.



- Soy cristiana, también, Malcolm.



- ¿Se preocupa por cómo entrar en el cielo, Sra. Blake?



Fue una pregunta tan extraña que respondí. - Sí, durante un momento, pero todavía tengo mi fe, mis rezos y aún brilla mi cruz, todavía tengo el poder para perseguir a las cosas malas, Dios aún no me ha abandonado; es solo que todos los cristianos fundamentalistas de derecha quieren creer que él lo hace. He visto el mal, Malcolm, el mal real, y no eres así.



Él sonrió, y fue gentil, y casi avergonzado. - ¿He venido a usted por la absolución, Sra. Blake?



- No creo que sea la única que te pueda dar la absolución.



- Me gustaría un sacerdote para escuchar mis pecados antes de morir, Sra. Blake, pero ninguno se acercará a mí. Ellos son santos, y los otros atavíos que utilicen estallaran en llamas ante mi presencia.



- No es cierto. Los elementos sagrados sólo se incendian cuando el creyente entra en pánico, o si se intenta usar los poderes de vampiro sobre ellos.



Él me parpadeó, y me di cuenta de que sus ojos tenían lágrimas derramadas, las luces del techo provocarían eso. - ¿Es eso cierto, Sra. Blake?



-Prometo lo que es. - Su actitud me estaba empezando a crear miedo por él. No quería tener miedo por Malcolm. Ya había bastante gente en mi vida que me importaba lo suficiente como para preocuparme, y no quería añadir a los no-muertos Billy Graham a mi lista.



- ¿Conoces algún sacerdote que pueda estar dispuesto a escuchar una confesión muy larga?



- Puede ser, aunque no sé si se les permite darte la absolución, ya que técnicamente ante los ojos de la iglesia ya estás muerto. Tengo vínculos con una comunidad de religiosos, Malcolm; seguramente uno de los otros dirigentes estaría dispuesto.



- No quiero pedírselo, Anita. No quiero que sepan mis pecados. Más bien... - Dudó, luego habló, pero estaba bastante segura de que no era la frase que empezó a utilizar. - En silencio, prefiero que se haga en silencio.



- ¿Por qué la súbita necesidad de la confesión y la absolución?



- Todavía soy un creyente, Sra. Blake; ser un vampiro no ha cambiado eso. Deseo morir con mis pecados absueltos.



-¿Por qué esperas morir?



- Dígale a Jean-Claude lo que he dicho sobre el extraño o extraños en mi iglesia. Dígale mi deseo de un sacerdote para escuchar mi confesión. Él lo entenderá.



- Malcolm...



Él siguió caminando, pero se detuvo con la mano en la puerta. - Me retracto de lo que le he dicho, Sra. Blake, no lamento haber venido. Lo único que lamento es que no vine hace unos días. - Con esto salió y cerró la puerta suavemente detrás de él.



Me senté en mi escritorio y llamé a Jean-Claude. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero algo estaba pasando, algo grande. Algo malo.

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sábado, octubre 30, 2010

Anita Blake - The Harlequin (ADELANTO)

Capitulo 1


Malcolm, el líder de la Iglesia de la Vida Eterna, la iglesia de los vampiros, se sentaba frente a mí. Malcolm nunca había estado en mi oficina. De hecho, la última vez que lo había visto, me había acusado de utilizar magia negra y de ser una puta. También había matado a uno de sus miembros en terrenos de su iglesia, delante de él y del resto de su congregación. El vampiro muerto había sido un asesino en serie. Yo tenía una orden judicial de ejecución, pero aún así, esto no había hecho que Malcolm y yo nos hiciéramos amigos.



Me senté detrás de mi escritorio, tomando café en mi nueva taza con temas Navideños: una niña sentada en el regazo de Santa diciendo: Define bien. He trabajado muy duro cada año para encontrar la taza más ofensiva de modo que Bert, nuestro director empresarial, pudiera lanzarla en un ataque de ira. La taza de este año era muy doméstica para mis estándares normales. Esto se había convertido en una tradición de vacaciones. Por lo menos estaba vestida para la temporada con una falda roja y una chaqueta sobre un suéter de seda fina, muy festivo, para mí. Tenía un arma nueva en la pistolera de mi hombro. Un amigo mío finalmente me convenció para renunciar a mi Browning Hi-Power para algo que se ajustara mejor a mi mano ya que tenía un perfil más liso. La Hi-Power estaba en casa en la caja fuerte, y la Browning se encontraba en su funda. Me sentía como si tuviera juguetes nuevos, pero por lo menos para mí, todavía seguía siendo una niña que prefería la Browning.



Alguna vez, había creído que Malcolm era guapo, pero había sido cuando sus trucos vampiros se encontraban ejerciendo control sobre mí. Sin engaños de vampiros que nublaran mi percepción, me di cuenta de que su estructura ósea era demasiado áspera, casi como si no hubieran llegado a ser suavizadas antes de poner esa piel pálida sobre él. Su pelo era corto y lo tenía un poco rizado, porque para cortar el rizo antes tendría que afeitarse. Su pelo era de un color amarillo, canario brillante. Así es el pelo rubio si lo tienes a la sombra unos pocos cientos de años. Me miró con sus ojos azules y sonrió, la sonrisa llenó su cara con personalidad. Esa misma personalidad que hizo que su programa de televisión de ayer por la mañana tuviera tanto éxito. No era magia, era él. Carisma, por falta de una palabra mejor. No había fuerza en Malcolm que tuviera nada que ver con los poderes de vampiro y todo que ver con quién era, no con lo que era. Había sido un líder y un motor como hombre incluso si hubiera estado vivo. La sonrisa suavizó sus facciones, le llenó la cara con un celo que era a la vez convincente y aterrador. Era un verdadero creyente, la cabeza de la iglesia de los verdaderos creyentes. La idea de una iglesia vampiro todavía me ponía los pelos de punta, pero era la denominación más rápida de crecimiento en el país.



- Me sorprendió ver su nombre en mi libro de citas, Malcolm, - dije, finalmente.



- Lo entiendo, Sra. Blake. Estoy casi tan sorprendido de estar aquí como usted.



- Muy bien, los dos estamos sorprendidos ¿Por qué está aquí?



- Sospecho que tiene, o tendrá pronto, una orden de ejecución para uno de los miembros de mi iglesia.



Me las arreglé para mantener mi rostro en blanco, pero sentí la rigidez en mis hombros. Había visto mi reacción, y él sabía lo que significaba. Los Maestros vampiros no se pierden mucho. – Tiene muchos miembros, Malcolm. ¿Podría reducir la lista un poco? ¿De quién estamos hablando?



- No sea tímida, Sra. Blake.



- No estoy siendo tímida.



- Está tratando de dar a entender que tiene más de una orden para mis vampiros. No lo creo, y usted tampoco.



Debería haberme sentido insultada, porque no estaba mintiendo. Dos de sus vampiros habían sido muy malos. - Si sus vampiros hubieran hecho el juramente de sangre plenamente a usted, sabría que le estoy diciendo la verdad, ya que es capaz de hacer cumplir su código moral en formas completamente nuevas.



- Un juramento de sangre no es un control de garantía absoluta, Sra. Blake.



- No, pero es un comienzo.



Un juramento de sangre era lo que un vampiro toma cuando se une a un grupo nuevo de vampiros, un nuevo beso. Literalmente lleva la sangre del maestro de la ciudad. Quería decir que el maestro tenía mucho más control sobre él, y los vampiros de menor poder, también. Si su amo era lo bastante poderoso. Un maestro débil no sería de mucha ayuda, pero Jean-Claude, el Maestro de la ciudad de St. Louis y mi amante, no era débil. Por supuesto, el maestro ganaba poder del juramento, también. Cuanto más poder ganaba un vampiro de sus juramentos, más ganaban ellos. Al igual que los poderes de vampiro para muchos, era una calle de doble sentido.



- No quiero hacer cumplir mi código moral. Quiero que mi gente elija ser buenas personas, - dijo Malcolm.



- Hasta que su congregación haga un juramento de sangre a algún maestro vampiro, serán balas perdidas, Malcolm. Tiene que controlarlos por la fuerza, no por la personalidad y la moral. Los vampiros sólo comprenden el temor, y el poder.



- Es la amante de por lo menos dos vampiros, Sra. Blake. ¿Cómo puede decir eso?



Me encogí de hombros. - Tal vez porque estoy saliendo con dos vampiros.



- Si eso es lo que le han enseñado al siervo humano de Jean-Claude, Sra. Blake, entonces es algo triste lo que le ha enseñado.



- Él es el Maestro de la ciudad de St. Louis, Malcolm, no usted. Usted y su iglesia, no sois molestados debido a su tolerancia.



- No somos molestados debido a que la Iglesia creció poderosa en el marco previo del Maestro de la Ciudad, en el momento, en que Jean-Claude subió al poder, ya había centenares. Él no tenía el poder para traerme a mí ni a las personas que me seguían.



Tomé un sorbo de café mientras pensaba en mi siguiente respuesta, porque no podía discutir con él. Él probablemente tenía razón. - Independientemente de cómo llegamos a donde estamos, Malcolm, tiene varios cientos de vampiros en esta ciudad. Jean-Claude pensó que los tiene porque estaban unidos por el juramento de sangre. Pero nos enteramos en octubre de que no lo están. Lo qué significa que los vampiros con los que está separándose tienen un espantoso potencial de poder. Estoy bien con eso, supongo. Es su elección, si ellos comprenden que es una elección, pero si no hay juramento de sangre significa que no se encuentran místicamente atados a nadie, solo al vampiro que los hizo. Usted, digo, hace el acto la mayoría de las veces. Aunque los diáconos de la iglesia le reclutan a veces.



- Cómo se organiza nuestra iglesia no es su preocupación.



- Sí, - dije, - si lo es.



- ¿De verdad sirve a Jean-Claude ahora, cuando dice eso, o es un marshal federal quién me critica? - Entrecerró los ojos azules. - No creo que el gobierno federal sepa o entienda lo suficiente de vampiros como para preocuparse de si tengo juramento de sangre con mi gente.



- El juramento de sangre reduce la posibilidad de hacer cosas a espaldas del maestro vampiro.



- El juramento de sangre elimina su libre albedrío, Sra. Blake.



- Tal vez, pero he visto el daño que pueden hacer con su libre albedrío. Un buen maestro de la ciudad puede garantizar que no hay casi ningún crimen entre su gente.



- Ellos son sus esclavos, - dijo Malcolm.



Me encogí de hombros y se recosté en la silla. - ¿Está aquí para hablar de la orden, o para hablar de las opciones que Jean-Claude dio a su iglesia?



- Ambas.



- Jean-Claude le dio a usted y a los miembros de su iglesia, sus opciones, Malcolm. O haces que hagan el juramento de sangre, o lo hace Jean-Claude. O pueden trasladarse a otra ciudad para hacer el juramento de sangre allí, pero se tiene que hacer.



- Es una elección de deberían hacer aquellos que serían esclavos, Sra. Blake. No es una opción.



- Jean-Claude fue generoso, Malcolm. Por la ley vampiro podría haberle matado a usted y a su congregación.



- Y ¿qué haría la ley, qué haría usted, como una marshal federal, haber sentido semejante masacre?



- ¿Está diciendo que soy una marshal federal que limita las opciones de Jean-Claude?



- Él valora tu amor, Anita, y tú no amarías a un hombre que podría masacrar a mis seguidores.



- No te añades a esa lista, ¿por qué?



- Eres un verdugo legal de vampiros, Anita. Si rompo la ley humana, tú misma deberías matarme. No culparías a Jean-Claude por hacer lo mismo si rompo la ley vampírica.



- ¿Crees que solo le dejaría que te matara?



- Creo que me matarías por él, si lo sintieras justificado.



Una pequeña parte de mí quería discutir, pero tenía razón. Había sido autorizada como la mayoría de los ejecutores de vampiros que tenían dos o más años en el trabajo y podría pasar la prueba de armas de fuego. La idea era, que lo que nos convierte en marshals federales era la forma más rápida que nos concedía la capacidad de cruzar las fronteras estatales y un mayor control sobre nosotros. Cruzar las fronteras estatales y tener una tarjeta de identificación era genial; no estaba segura de cómo controlar a los nuestros. Por supuesto, era la única cazadora de vampiros que también estaba saliendo con un Maestro de la Ciudad. La mayoría lo veía como un conflicto de intereses. Francamente, así lo hacía yo, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto.



- No vas a discutir conmigo, - dijo Malcolm. - No puedo decidir si crees que soy una influencia civilizadora sobre Jean-Claude, o una mala. Te vi una vez como su víctima, Anita. Ahora ya no estoy seguro de quien es la víctima, y quién el perpetrador.



- ¿Debo sentirme ofendida?



Él sólo me miró.



- La última vez que estuve en tu iglesia me llamaste “el mal”, y me acusaste de utilizar magia negra. Llamaste a Jean-Claude inmoral, y a mí su puta, o algo así.



- Estabas intentando llevarte a uno de mi gente para ser asesinado sin un juicio. Le disparaste a muerte en el recinto de la iglesia.



- Era un asesino en serie. Tenía una orden de ejecución para todos los involucrados en esos crímenes.



- Todos los vampiros, querrás decir.



- ¿Estás suponiendo que esos seres humanos o cambiaformas estaban involucrados?



- No, pero si lo hubieran estado, nunca hubieras permitido que les dispararan a muerte con la policía ayudándote para hacerlo.



- He tenido órdenes para cambiaformas antes.



- Pero eso es raro, Anita, y no hay órdenes de ejecución para los seres humanos.



- La pena de muerte todavía existe, Malcolm.



- Después de un juicio, y años de apelaciones, si eres humano.



- ¿Qué quieres de mí, Malcolm?



- Quiero justicia.



- La ley no es justicia, Malcolm. Se trata de la ley.



- Ella no cometió el delito del que se le acusa, como nuestro errante hermano Avery Seabrook era inocente del crimen por el que le buscabas. - Él llamaba a cualquiera de su grupo religioso que se unía a Jean-Claude “trotamundos”. El hecho es que Avery, el vampiro, tenía un apellido que significaba que llevaba muy poco tiempo muerto, y que era un vampiro americano. Los vampiros normalmente sólo tenían un nombre, como Madonna o Cher, y sólo un uno por ciento de los vampiros del país podían tener ese nombre. En los duelos se disputaban por el derecho a utilizar los nombres. Hasta ahora, hasta en los Estados Unidos. Teníamos vampiros con apellidos, algo inaudito.



- Liquidé a Avery. Legalmente, no tenía que hacerlo.



- No, podías haberle matado a tiros, te enteraste de tu error más tarde, y no sufriste nada bajo la ley.



- Yo no escribí esta ley, Malcolm, solo la llevo a cabo.



- Los vampiros tampoco escribieron esta ley, Anita.



- Eso es cierto, pero ningún ser humano puede hipnotizar a otro ser humano para que le ayude en sus propios secuestros. Los seres humanos no pueden volar con sus víctimas en los brazos.



- ¿Y eso justifica nuestro sacrificio?



Me encogí de hombros de nuevo. Iba a dejar esta discusión solo porque había comenzado a no gustarme esa parte de mi trabajo. No pensaba que los vampiros fueran monstruos ya; lo cual hizo que para mí fuera más difícil matarles. Eso hacía ejecutarles cuando no podían defenderse de los monstruos, conmigo como el monstruo.



- ¿Qué quieres que haga, Malcolm? Tengo una orden con el nombre de Sally Hunter. Los testigos la vieron salir del apartamento de Bev Leveto. La Sra. Leveto murió por un ataque de vampiro. Sé que no fue ninguno de los vampiros de Jean-Claude. Eso deja a los tuyos. - Infiernos, tenía la fotografía de su permiso de conducir en el archivo con la orden. Tengo que admitir que tener una imagen para llevar me hizo sentir más como un asesino. Una foto para obtener el derecho.



- ¿Estás muy segura de eso?



Parpadeé hacia él, el parpadeo lento me dio tiempo para pensar, pero no parece que estaba pensando furiosamente. - ¿Qué estás tratando de decir, Malcolm? No soy buena en las sutilezas; sólo dime lo que viniste a decir.



-Algo poderoso, alguien poderoso, vino a mi iglesia la semana pasada. Ellos se escondieron. No podía encontrarles en los nuevos rostros de mi congregación, pero sé que alguien inmensamente poderoso estaba allí. - Se inclinó hacia delante, su calma exterior tenía grietas en los bordes. - ¿Entiendes lo poderosos que tendrían que ser para que no los hubiera sentido, utilizar todos mis poderes para buscar en el lugar, y no ser capaz de encontrarles?



Pensé en ello. Malcolm no era el Maestro de la ciudad, pero era probablemente uno de los cinco vampiros más poderosos de la ciudad. Estaría más alto, si no fuera tan terriblemente moral. Eso le limitaba de alguna manera.



Lamí mis labios, cuidadosamente por el pintalabios, asentí. - ¿Querían que supieras que estaban allí, o era parte de un accidente?



Él actualmente se mostró sorprendido durante un momento antes de que tuviera el control de su rostro. Jugaba demasiado al humano con los medios de comunicación; estaba empezando a perder esa quietud que los viejos vampiros tienen. – No lo sé. - Incluso su voz ya no era suave.



- ¿El vampiro lo hizo para burlarse de ti, o era arrogancia?



Él negó con la cabeza. - No lo sé.



Tuve un momento de revelación. - Viniste aquí porque crees que Jean-Claude debe saberlo, pero no puedes dejar que tu congregación te vea ir con el Maestro de la Ciudad. Eso supondría una debilidad para toda tu libertad.



Él se quedó en su silla, luchando por mantener la ira fuera de su rostro, y fallando. Estaba más asustado de lo que pensaba, estar perdido tan desesperadamente delante de alguien, no le gustaba. Infiernos, el había venido a mí para pedir ayuda. Estaba desesperado.



- Pero puedes venir a mí como un agente federal, y contármelo. Porque sabes que se lo diré a Jean-Claude.



- Creo que te gusta, Sra. Blake.



Nosotros no éramos el primer nombre en su lista. Lo había golpeado en la cabeza.



- Un vampiro grande y malo comprueba tu iglesia. Tú no eres un vampiro lo suficientemente fuerte para hacerle salir, y vienes a mí, a Jean-Claude y a toda su estructura de poder inmoral. Vienes a la gente a la cual dices odiar.



Se puso de pie. - El crimen por el que Sally es acusada pasó al menos veinticuatro horas después de que él, llegara a mi iglesia. No creo que sea una coincidencia.



- No estoy mintiendo sobre la segunda orden de ejecución, Malcolm. Está en el cajón de mi escritorio, ahora mismo, con la foto de un permiso de conducir del vampiro en cuestión.



Él se sentó de nuevo. - ¿Qué nombre está en él?



- ¿Por qué, para que puedas avisar... les? - Yo casi dije la, que era otro vampiro femenino.



- Mi gente no es perfecta, Sra. Blake, pero creo que otro vampiro ha llegado a la ciudad y se está enmascarando.



- ¿Por qué? ¿Por qué haría alguien eso?



- No lo sé.



- Nadie ha molestado a Jean-Claude o a su gente.



- Lo sé, - dijo Malcolm.



- Sin un verdadero maestro, un verdadero juramento de sangre, al cual esté conectado místicamente, tu congregación son solo ovejas esperando a que los lobos vallan a por ellos.



- Jean-Claude dijo eso hace más de un mes.



- Sí, lo hizo.



- Al principio pensé que era uno de los nuevos vampiros que se unieron a Jean-Claude. Uno de los que venían de Europa, pero no lo es. Es algo más poderoso que eso. Orit es un grupo de vampiros combinando sus poderes a través de las marcas de su amo. Solo he sentido un poder como este antes.



- ¿Cuándo? - Pregunté.



Él negó con la cabeza. - Nos tienen prohibido hablar de eso, es pena de muerte. Sólo si ellos contactan con nosotros directamente podemos romper el silencio.



- Parece que ya has sido contactado, - dije.



Sacudió la cabeza otra vez. – Están intentando forzarme a mí, y a mi gente, porque técnicamente estoy fuera de la habitual ley de los vampiros. ¿Informó Jean-Claude al consejo de que mi iglesia que tenía juramento de sangre con ninguno de mis seguidores?



Asentí. - Sí, lo hizo.



El puso sus grandes manos sobre su cara y se inclinó sobre sus rodillas, casi

como si se sintiera débil, susurró, - Me lo temía.



- Vale, Malcolm, te estás moviendo demasiado rápido para mí. ¿Qué tiene que ver que Jean-Claude informara al Consejo con que algún grupo de poderosos vampiros esté jugando con tu iglesia?



Él me miró, pero sus ojos se habían apagado por la preocupación. - Dile lo que te he dicho. Él lo entenderá.



- Pero yo no.



- Tengo hasta el día de Año nuevo para dar mi respuesta a Jean-Claude sobre el juramento de sangre. Él ha sido generoso y paciente, pero hay personas entre el consejo que no son así. Había esperado que estuvieran orgullosos, por lo que había logrado. Pensé que les complacería, pero me temo que ahora el Consejo no está dispuesto a ver mi valiente nuevo mundo de libre albedrío.



- El libre albedrío es para los seres humanos, Malcolm. En la comunidad sobrenatural se trata del control.



Se puso de pie otra vez. - Tienes que tener completa discreción sobre cómo se ejecuta la orden, Anita. ¿Vas a utilizar un margen de apreciación para encontrar la verdad antes de matar a mis seguidores?



Me puse de pie. - No puedo garantizar nada.



-No pregunté eso. Sólo te pido que busques la verdad antes de que sea demasiado tarde para Sally y mi otro seguidor, cuyo nombre ni siquiera me vas a dar. - Suspiró. - No he enviado a Sally fuera de la ciudad; ¿por qué avisaría a los otros?



- Entraste por la puerta sabiendo que Sally estaba en problemas. No te estoy ayudando a descubrir al otro chico malo.



- ¿Se trata de un hombre, entonces?



Le miré, me alegraba que pudiera perder el contacto visual. Siempre había sido muy difícil devolver el contacto visual cuando no podía mirar a un vampiro a los ojos.



Enderezó sus hombros, como si sólo ahora fuera consciente de que había bajado la mirada. - Ni siquiera me darás eso, ¿verdad? Por favor dile a Jean-Claude lo que te he dicho. Debería haber venido a ti inmediatamente. Pensé que la moral me evitaría recorrer la estructura de poder que desprecio, pero no era la moral, era el pecado, el pecado. Espero que mi orgullo no le haya costado la vida a más de mis seguidores. - Se dirigió hacia la puerta.



Le llamé. - Malcolm.



Se dio la vuelta.



- ¿Cómo de grande es esta situación de emergencia?



- Grande.



- ¿Un par de horas harán una diferencia?



Pensó en ello. - Tal vez, ¿por qué me lo preguntas?



- No veré a Jean-Claude esta noche. Sólo quería saber si debería llamarle, darle el aviso.



- Sí, por supuesto, dale su aviso. - Me frunció el ceño. - ¿Por qué no ves a tu maestro esta noche, Anita? ¿No vives con él?



- En realidad, no. Me quedo en su casa la mitad de la semana, pero tengo mi propia casa todavía.



- ¿Matarás esta noche a más de mis chicos?



Sacudí mi cabeza.



- Entonces, levantarás a mis hermanos más fríos. ¿Que feliz muerto molestarás esta noche, Anita? ¿Qué zombi levantarás para que algún humano pueda conseguir su herencia, o una mujer puede consolar?



- Sin zombis esta noche, - dije. Estaba perpleja por su actitud debido a que había insultado a los zombis. Nunca había escuchado a un vampiro reclamar algún parentesco con los zombis, o ghouls, ni nada excepto con otros vampiros.



- Entonces, ¿qué te evita estar en los brazos de tu señor?



- Tengo una cita, no es de tu incumbencia.



- ¿Pero no es una cita con Jean-Claude, o Asher?



Sacudí mi cabeza.



- Con tu hombre lobo Richard, ¿entonces?



Sacudí mi cabeza, una vez más.



- ¿Por quién abandonas a los tres, Anita? Ah, tu rey leopardo, Micah.



- Te equivocas de nuevo.



- Me sorprende que esté contestando a mis preguntas.



- Así soy, en realidad. Creo que es porque sigues llamándome puta, y creo que quiero restregártelo por la cara.



- ¿Qué, el hecho de que es una puta? - Su rostro no mostró nada cuando lo dijo.



- Sabía que no podías hacerlo, - dije.



- ¿Hacer qué, Sra. Blake?



- Sabía que no podrías jugar limpio el tiempo suficiente para obtener mi ayuda. Sabía que si te seguía, serías estirado y mezquino. – Hizo una pequeña reverencia, solo desde el cuello.



- Le dije, Sra. Blake, que mi pecado es el orgullo.



- ¿Y cuál es mi pecado, Malcolm?



- ¿Quiere que la insulte, Sra. Blake?



- Sólo quiero que me lo digas.



- ¿Por qué?



- ¿Por qué no? - Dije.



- Muy bien; su pecado es la lujuria, Sra. Blake, como es el pecado de tu maestro y de todos sus vampiros.



Negué con la cabeza y sentí que la sonrisa desagradable se formaba en mis labios. La sonrisa que dejaba frío a mis ojos, y por lo general significaba que estaba bien y verdaderamente cabreada. - Ese no es mi pecado, Malcolm, no el más cercano y más querido a mi corazón.



- Y ¿cuál sería su pecado, Sra. Blake?



- Ira, Malcolm, es la ira.



- ¿Está diciendo que le he hecho enfadar?



- Siempre estoy enfadada, Malcolm, solo me dio un objetivo para enfocarlo.



- ¿Tiene envidia de alguien, Sra. Blake?



Pensé en ello, entonces sacudí mi cabeza. - En realidad no, no.



- No preguntaré por la pereza; su trabajo es demasiado duro para que eso sea un problema, no es codiciosa, ni glotona. ¿Es orgullosa?



- A veces, - respondí.



- La ira, la lujuria y el orgullo, ¿entonces?



Asentí. - Creo que sí, si alguien está llevando la cuenta.



- Oh, alguien está llevando la cuenta, Sra. Blake, nunca dude de eso.



- Soy cristiana, también, Malcolm.



- ¿Se preocupa por cómo entrar en el cielo, Sra. Blake?



Fue una pregunta tan extraña que respondí. - Sí, durante un momento, pero todavía tengo mi fe, mis rezos y aún brilla mi cruz, todavía tengo el poder para perseguir a las cosas malas, Dios aún no me ha abandonado; es solo que todos los cristianos fundamentalistas de derecha quieren creer que él lo hace. He visto el mal, Malcolm, el mal real, y no eres así.



Él sonrió, y fue gentil, y casi avergonzado. - ¿He venido a usted por la absolución, Sra. Blake?



- No creo que sea la única que te pueda dar la absolución.



- Me gustaría un sacerdote para escuchar mis pecados antes de morir, Sra. Blake, pero ninguno se acercará a mí. Ellos son santos, y los otros atavíos que utilicen estallaran en llamas ante mi presencia.



- No es cierto. Los elementos sagrados sólo se incendian cuando el creyente entra en pánico, o si se intenta usar los poderes de vampiro sobre ellos.



Él me parpadeó, y me di cuenta de que sus ojos tenían lágrimas derramadas, las luces del techo provocarían eso. - ¿Es eso cierto, Sra. Blake?



-Prometo lo que es. - Su actitud me estaba empezando a crear miedo por él. No quería tener miedo por Malcolm. Ya había bastante gente en mi vida que me importaba lo suficiente como para preocuparme, y no quería añadir a los no-muertos Billy Graham a mi lista.



- ¿Conoces algún sacerdote que pueda estar dispuesto a escuchar una confesión muy larga?



- Puede ser, aunque no sé si se les permite darte la absolución, ya que técnicamente ante los ojos de la iglesia ya estás muerto. Tengo vínculos con una comunidad de religiosos, Malcolm; seguramente uno de los otros dirigentes estaría dispuesto.



- No quiero pedírselo, Anita. No quiero que sepan mis pecados. Más bien... - Dudó, luego habló, pero estaba bastante segura de que no era la frase que empezó a utilizar. - En silencio, prefiero que se haga en silencio.



- ¿Por qué la súbita necesidad de la confesión y la absolución?



- Todavía soy un creyente, Sra. Blake; ser un vampiro no ha cambiado eso. Deseo morir con mis pecados absueltos.



-¿Por qué esperas morir?



- Dígale a Jean-Claude lo que he dicho sobre el extraño o extraños en mi iglesia. Dígale mi deseo de un sacerdote para escuchar mi confesión. Él lo entenderá.



- Malcolm...



Él siguió caminando, pero se detuvo con la mano en la puerta. - Me retracto de lo que le he dicho, Sra. Blake, no lamento haber venido. Lo único que lamento es que no vine hace unos días. - Con esto salió y cerró la puerta suavemente detrás de él.



Me senté en mi escritorio y llamé a Jean-Claude. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero algo estaba pasando, algo grande. Algo malo.

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